23 marzo, 2010

Nocivo efecto en ciclo del agua

El planeta y el equilibrio de los ecosistemas como los conocemos, dependen de la correcta circulación y conservación del agua. Algo que hemos venido afectando con el desarrollo urbano, la industrialización y la desforestación.

El ciclo hidrológico empieza con la evaporación del agua desde la superficie oceánica y terrestre. El agua en forma de vapor forma las nubes, que en la atmósfera constituyen un protector para el planeta. Estas, al enfriarse se condensan en gotas, y si hace más frío en granizo o en nieve. Cuando el agua cae en la superficie, penetra la tierra, alguna parte se infiltra al subsuelo hacia mantos freáticos y otra continua su curso formando ríos y arroyos, que llegan al mar. En este punto vuelve a iniciar el ciclo.



Sin embargo, el asfalto, el concreto y la desforestación, están llevando a que este ciclo se vea interrumpido por dos causas principales: la primera es el aumento de temperatura por la urbanización y la segunda, el impedimento de que el agua de lluvia vuelva a ser absorbida por la tierra, en su lugar, es drenada y arrojada de nuevo al océano; con lo cual, aumenta el nivel del agua en el mar y disminuye la lluvia en la tierra. Se está reduciendo el volumen de agua que debe llegar a la atmósfera y se está descompensando todo el ciclo.

En casi todas las zonas de la tierra, los periodos de lluvia se han reducido, a su vez que aumenta la cantidad de agua que cae en la escasa temporada de lluvia, lo que provoca cada vez más y peores inundaciones a la vez que deslizamientos de tierra y otras tragedias. Del mismo modo, ha aumentado la lluvia en zonas montañosas provocando erosión y derrumbes, mientras que disminuye en los valles, provocando periodos de sequía más intensos y por lo tanto, una mayor desertificación.

A esta nefasta ecuación se le suma que estábamos agotando las reservas de agua del planeta de una forma descontrolada, los sistemas de drenaje de las ciudades están haciendo que el agua de lluvia se expulse sin aprovechamiento local, arrojada a las alcantarillas, contaminándose en el trayecto y llegando al océano, rompiendo por completo con el ciclo del hidrológico local.

Además, al reducir el agua que se evapora de la tierra, estamos reduciendo la cantidad de nubes en la atmósfera, con lo cual están aumentando las radiaciones solares, contribuyendo de esta manera al ya conocido cambio climático.

Lo normal sería que al utilizar el agua que se encuentra en la superficie, estuviéramos ayudando a renovar el agua que se produce en las zonas húmedas. Pero se está haciendo todo lo contrario, estamos eliminando la recarga del agua que se obtiene en los manantiales y la estamos conduciendo para su consumo en las ciudades, de donde sale contaminada de nuevo en la superficie. A su vez, el agua de lluvia no es absorbida correctamente por la tierra con lo cual se rompe su proceso de infiltración y de evaporación.

El resultado lo estamos viendo, el ciclo del agua roto, sequías más prolongadas, inundaciones incontrolables durante cortos periodos de lluvias intensas, torrentes de agua que están aumentando la masa del océano y la atmósfera se está quedando sin su protección natural, permitiendo que se caliente cada vez más el planeta.

Del agua no sólo depende nuestra vida, si no todo el equilibrio del planeta, nuestra mala utilización de este líquido estabilizador está llevando a que se descompense la Madre Tierra y los resultados serán inciertos. O cambiamos nuestra forma de vida o el mundo que conocemos será borrado por nuestro propio exceso. El planeta seguirá gravitando, con o sin nosotros.