El asentamiento en el Valle de México, desde sus inicios ha significado el reto de saber gestionar el agua de lluvia. Desde la época de Tenochtitlán se vivieron periodos de inundaciones y falta de agua, ambos correlacionados. Los aztecas tuvieron problemas con el agua de lluvia, y sufrieron graves inundaciones, pero idearon la forma de vivir en la cuenca y gestionar el recurso por medio de obras hidráulicas de regulación. Sin embargo, durante la conquista se destruyeron los diques y demás estructuras de control que habían permitido a los aztecas habitar la zona lacustre, para construir una nueva ciudad sobre el fango, ignorando el conocimiento antiguo. A partir de ahí las administraciones de la colonia empezaron una carrera absurda por desecar los lagos y por sacar como fuera el agua del Valle de México, sufriendo como consecuencia cada cierto tiempo graves inundaciones. Como dicen los expertos: “el agua tiene memoria y recupera sus cauces”.
La mentalidad de sacar el agua del Valle a toda costa continúa, sólo que ahora se busca meterla en tubos subterráneos, luchando contra la gravedad por medio de bombeos para tratar de hacerle frente al hundimiento de la ciudad (que de paso, se debe a que se está sacando el agua del subsuelo para el suministro urbano), sufriendo por la basura que tiran los “ciudadanos” a la calle que obstruye los túneles profundos (según las leyendas, por ahí fluyen desde perros muertos, hasta colchones… incluso se han visto vochos). La mega urbe a la que le falta agua, que está desecando sus entrañas, por lo tanto hundiéndose… tiene el agua hasta el cuello en la temporada de lluvia, hasta el punto de que brotan las aguas negras por los baños de los segundos pisos de las casas.
Algo se está haciendo mal
El primer gran sistema de desalojo de agua, el Gran Canal, fue ideado en 1900 después de una gran inundación, sin embargo en 1925 se vio rebasado y no se dio la alarma hasta que se produjeron una serie de grandes inundaciones en 1950, probablemente por las lluvias “atípicas” de ese entonces, partir de ahí se empezó a idear el sistema actual de drenaje profundo. En 1975 terminaron las obras, 166 kilómetros de tuberías que debían desalojar 280 m³/s. En la actualidad, según información de la Conagua, esta capacidad se ha reducido a 150m³/s, en un día la capacidad de desalojo aproximada de los tres sistemas es de 15,5 millones de m³ (Gran Canal 2,6 Mm³/d; Túnel Emisor Central 10,3 Mm³/d y, Túnel Emisor Poniente: 2,6 Mm³/d). Las lluvias que cayeron el 30 junio de este año, escurrieron en un día 24,6 millones de m³, dejando al sistema con la capacidad totalmente rebasada y a punto de colapsar.
La solución que se plantea hasta el momento es seguir con el mismo modelo: construcción del Túnel Emisor Oriente que están en proceso y representa una capacidad adicional de 12,9 millones de m³ por día, por lo tanto apenas lograría desalojar una cantidad de agua como la que cayó el 30 de junio. También debido a las inundaciones de finales de agosto - comienzos de septiembre, el Director General de Conagua, Luege Tamargo, propone la ampliación del Túnel Emisor Poniente. Mientras tanto el resultado sale a flote (o se hunde) a simple vista, ¿Quién no ha tenido que atravesar un río llamado coloquialmente “encharcamiento”? La primera semana de septiembre en Cuautitlán Izcalli la mezcla de agua de lluvia con aguas negras, alcanzó los 2 metros y las autoridades tardaron 15 días en sacar el líquido, gracias a que se detuvieron las lluvias. Esta situación, con distintos grados de gravedad, se ha presentado en diversas zonas del Valle de México y colonias del DF: Tlalnepantla, Valle Dorado, Tultitlán, Atizapán, Chalco, Naucalpan, Iztapaluca, Chimalhuacán, Ecatepec, Nezahualcóyotl, Tlalpan, la Condesa, Nápoles… por decir algunos de los más recientes.
Otras soluciones alternativas
Ante esta situación se hace más que evidente la necesidad de cambiar el modelo actual que se está utilizando para mitigar las inundaciones en el Valle de México, ya que se está demostrando que debido al exceso de urbanización (en muchos casos mal organizada), una infraestructura que está siendo cada vez más ineficaz e ineficiente, y por último, a los efectos incalculables de un clima cada vez más impredecible y extremo.
Cómo comentaron algunos expertos en el evento “Diálogos por el Agua, Inundaciones en el Valle de México”, no se puede sacar toda el agua que cae en el Valle de México a través de tubos, buena parte debe ser regulada y almacenada en la misma zona, se debe retener y recuperar el agua de la cuenca, en la cuenca. Es necesario mantener y recuperar los vasos reguladores y presas que ya tenía la ciudad como el lago de Texcoco o Xico, a la vez que se construyen y adaptan otros espacios.
Es necesario aprovechar toda el agua que cae en el Valle de México, en promedio al año llueve 700 mm, 743 litros por metro cuadrado, 1.1 billones de litros anuales, que representan 340 litros diarios por habitante del DF, de los cuales se aprovecha menos del 10%. El agua de lluvia es una solución para dejar de explotar los mantos acuíferos y para evitar traer agua a través de tubos kilométricos y de elevarla por medio de bombas más de 1.000 metros de altura. Mientras que el agua que cae en la zona, se mezcla con la basura, contaminación y aguas residuales de la ciudad y luego es expulsada a través de tubos. Como bien dijo el Dr. Oscar Monroy de la UAM: “¿¡Cómo es posible querer meter toda el agua que se produce en una región para luego mandarla por un tubo!?”
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