La huella del agua

La otra vez nos encontramos con un newsletter tomado de Sentido Común, está es la liga: http://www.sentidocomun.com.mx/print-friendly.phtml?id=26529

En este artículo explicaban el gasto de agua tan inmenso que se realiza en la elaboración de productos tan básicos como un refresco (500 litros) o un pantalón de mezclilla (1.500 litros), durante su ciclo de producción. Sin contar que muchas veces la elaboración de estos productos también implica la contaminación de otras fuentes de agua y está llegando a agotar gran parte de las reservas que cada vez son más escasas.

Citando el artículo escrito por Alexandra Alter, podemos observar las siguientes cifras: “Una taza de café se lleva alrededor de 130 litros. Para fabricar una camiseta de algodón se requieren aproximadamente 2,600. Una hamburguesa típica implica el uso de poco menos agua que la camiseta. Dicha cifra casi triplica la cantidad que una persona promedio utiliza para beber, bañarse, lavar los platos y accionar el desagüe del WC. También esos litros son los que se usan en la producción de grano para alimentación ganadera”.

No vamos a dejar de tomar refrescos, utilizar pantalones de mezclilla o comer una hamburguesa o un jitomate, pero si es importante que seamos conscientes de que además del agua que nosotros consumimos en nuestro día a día, la producción de las cosas que utilizamos también implica un enorme gasto de este líquido vital. Con la invención del sistema para medir la huella del agua, las empresas pueden poseer una herramienta útil para reconocer este gasto y tomar medidas para que se pueda evitar.
Como explica la autora del reportaje:

“El término huella de agua fue acuñado en 2002 por Arjen Hoekstra, un profesor de administración del agua en la Universidad de Twente en Holanda. Con el uso de datos emitido por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, Hoekstra y otros investigadores calcularon la cantidad de agua utilizada en la producción de varios bienes, y aplicaron estas estadísticas a los patrones de consumo de la población, para obtener una huella de agua estimada de individuos y naciones promedio”.

Algunas compañías ya están aplicando este método para rastrear el agua que gastan en la elaboración de sus productos, para buscar formas en las que no se derroche y de esta manera puedan protegerse en el caso de una cada vez más probable escasez, a la vez que contribuyen a la reserva de este precioso recurso.

La autora explica que el ahorro del agua también puede implicar un ahorro financiero y pone como ejemplo a Unilever: “la empresa propietaria de 400 marcas de productos alimentarios y para el hogar estima que ahorró aproximadamente 26 millones de dólares, al reducir el desperdicio de agua en sus fábricas desde 2001 a 2007”.

Cada vez más empresas empiezan a tener conciencia de esta situación y buscan métodos para la recuperación del agua, que puedan contribuir a la desinfección y conservación de este líquido indispensable.

Las empresas deben ayudar a generar la consciencia de que el agua es un insumo indispensable para la producción y que una correcta utilización y un adecuado aprovechamiento pueden llevar a que no se convierta en un bien limitadísimo.

Del agua depende la vida de todo el planeta y en gran parte nuestra acción y actitud puede llevar a que se agoten (o se conserven) sus manantiales.